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¿Qué tan bien conocen a San José? ¿Comprenden su grandeza? ¿Recurren a él en busca de ayuda para la vocación que tienen como hombres católicos? Dadas las condiciones del mundo y los problemas particulares que enfrentamos, estoy convencido de que, hoy, con claridad y devoción, Dios quiere que dirijamos nuestros corazones, familias, parroquias y toda la Iglesia a San José.
Existen al menos dos razones por las que creo que es ahora el momento de este poderoso patrono de la Iglesia universal.
Primero, necesitamos la paternidad espiritual de San José para proteger nuestro matrimonio y familia. En la actualidad, muchas personas desconocen lo que significa ser hombre o mujer, pasan por alto lo que constituye un matrimonio y una familia. Muchos países han llegado a sus límites, han redefinido legalmente el matrimonio y la familia. La Sierva de Dios Hermana Lucia dos Santos, la visionaria más longeva de las apariciones de Fátima, escribió una vez que la batalla final entre Dios y Satanás será acerca del matrimonio y la familia. Para vencer los engaños de Satanás, debemos recurrir a la poderosa intercesión de San José quien es cabeza de la Sagrada Familia e invocarlo como el “terror de los demonios”.
La segunda razón es que se necesita volver a evangelizar el mundo, incluyendo una gran mayoría de cristianos bautizados. San José recibió la extraordinaria misión de proteger y proveer la Palabra de Dios desde el momento en que Jesús fue concebido en el vientre de María. Hoy, él desea labrar un camino para que el Evangelio sea traído nuevamente al mundo. Muchas naciones y culturas que antes eran cristianas se han alejado de sus raíces, y algunas están invadidas por ideologías y organizaciones que buscan despojar a la sociedad de todo lo que es sagrado. Sin una conversión importante, la civilización misma está en riesgo.
En su exhortación apostólica Redemptoris Custos, San Juan Pablo II escribió sobre esta necesidad de recurrir a San José en la labor de difundir el Evangelio hoy: “Este patrocinio [de San José] debe ser invocado y todavía es necesario a la Iglesia no sólo como defensa contra los peligros que surgen, sino también y sobre todo como aliento en su renovado empeño de evangelización en el mundo y de reevangelización en aquellos países y naciones, en los que la religión y la vida cristiana fueron florecientes y que están ahora sometidos a dura prueba (29).
Necesitamos la presencia de San José en el campo de batalla para defender el matrimonio y la familia, elevar la moral, descubrir las raíces cristianas perdidas y ganar almas para Cristo. Con su poderosa paternidad espiritual, su increíble amor por sus hijos espirituales y su constante intercesión, podemos participar en la batalla espiritual que se necesita para la renovación de la Iglesia.
Si están convencidos de que la necesidad es grande, consideren consagrarse a San José, lo que implica un acto formal de confianza filial a él. Nos invita a que lo aceptemos como nuestro padre espiritual y como un ejemplo digno, y que confiemos por completo a su cuidado paterno para que él pueda ayudarnos a adquirir sus virtudes y poder alcanzar la santidad.
Bienvenidos, hombres, al campo de batalla. ¡San José, ruega por nosotros!
PADRE DONALD CALLOWAY, MIC, miembro del Consejo Father Peter Paul Maher 6793 en Silver Spring, Maryland. Esta columna es una adaptación de su libro Consecration to St. Joseph: The Wonders of Our Spiritual Father [Consagración a San José: Las maravillas de nuestro Padre espiritual] (Marian Press, 2020).